El mar, las piscinas, las aguas claras de los ríos y pantanos o la ducha y el baño son recursos que nos ayudan a soportar las altas temperaturas, pero también pueden ayudarnos a que nuestras relaciones sexuales sean más agradables y sugerentes.
Desde la famosa escena de la película De aquí a la eternidad en la que Burt Lancaster le hacía el amor a su adúltera compañera en una maravillosa playa desierta, siendo acariciados por unas olas dúlcemente domesticadas, todos hemos soñado con esa escena; los malo es que las playas están llenas de gente y sobretodo de arena.
Hacer el amor en el agua del mar o en la playa es una buena aventura, pero recuerda: ten cuidado con la arena; si se introduce en la vagina puede hacerte pequeñas erosiones, y recuerda también que el agua de mar degrada los preservativos y pueden dejar de ser efectivos.
Las solitarias piscinas a la luz de la luna también son un lugar muy romántico.
Ten cuidado con el suelo resbaladizo, es mejor que te apoyes con seguridad en los bordes. Las mejores posturas son en las que el hombre permanece de pie apoyando la espalda en la pared de la piscina y la mujer se enrosca literalmente a su cintura. Sentirse casi ingrávida permite hacer algunas posturas que en tierra firme nuestro peso corporal no lo acepta.
Tanto la penetración cara a cara como la entrada por detrás pueden hacerse en una piscina con facilidad.
El cuarto de baño es un lugar que apenas se aprovecha para hacer el amor, en él podemos vivir desde fantasías orientales -las toallas y los albornoces nos facilitan el disfraz- hasta juegos de agua acompañados de esencias, velas, bebidas y masajes maravillosos. La única recomendación es tener cuidado con el agua derramada: tu vecino del piso de abajo te lo agradecerá