Con el motor original y el mismo dueño, deberíamos añadir. Esta es una de esas historias que me encanta transmitiros, una historia que demuestra que la pasión por el automóvil no se pierde a los cuatro meses de comprarlo y que hay vida más allá de los 200.000 km. Todo comienza cuando
Irv Gordon – un profesor de ciencias en un instituto de Long Island (Nueva York) – compra un
Volvo P1800S en 1966. Antes de comprarlo, lo prueba durante tres horas, quedando encantado con su comportamiento y aspecto.
Lo cierto es que su diseño era muy bonito, ya se le notan los años, pero no deja de girar cabezas a su paso. Gordon es un gran amante de la conducción, cruzando el país de costa a costa en cuanto podía, simplemente por el hecho de recrearse en el placer de la conducción. En sus mejores tiempos, Gordon recorría unos 160.000 km anuales, fundamentalmente acudiendo a eventos automovilísticos de todo tipo. Pero de ahí a
rozar los 5 millones de kilómetros hay un buen trecho, ¿verdad?
Semejante kilometraje ni siquiera es alcanzado por muchos camiones, verdaderos devoradores de kilómetros. También resulta curioso que
el coupé de Irv no haya dormido jamás en un garage, puesto que su casa nunca lo ha tenido. 44 años a la intemperie, conducido de manera diaria en todo tipo de condiciones meteorológicas, incluyendo los duros inviernos de Nueva York. El Volvo P1800S tiene un
motor 1.8 de gasolina, con 100 CV de potencia. Carburado, manda la potencia al tren trasero a través de una caja manual.
Gordon es un hypermiler, pero en el sentido literal de la palabra, puesto que actualmente
acaba de superar las 2.700.000 millas, aproximadamente 4.350.000 km. Mantiene un diario en la web del Volvo Club of America, en la que periódicamente publica los kilómetros que lleva cubiertos. Estoy seguro de que queréis saber cómo ha conseguido que un coche de los años 60 aguante semejante vida. Pues mediante
un mantenimiento a rajatabla y una conducción suave a velocidades moderadas.
Gordon
cambia el aceite y su filtro cada 5.000-6.000 km, siempre con partes Volvo. Las bujías se reemplazan cada 30.000 km, las correas de distribución según lo que especifica el manual del coche. Sostiene que los ingenieros que crearon su coche saben más que él de mantenimiento, por ello cumple las indicaciones a rajatabla. El caso es que los ingenieros probablemente nunca pensaron en que alguien haría más de 500.000 millas con uno de sus coches. Por ello también ha recibido mantenimiento no previsto.
Dejando a un lado multitud de embragues, amortiguadores o el aceite de la caja de cambios, cambia los carburadores al completo cada 1.500.000 km;
cada bomba del combustible dura un millón de millas, aproximadamente 1.609.000 km. Por supuesto, la carrocería ha sufrido mucho a la intemperie durante tantos años y kilómetros. Algunos paneles se han sustituido, al igual que la parte interna de los pasos de rueda. Su dueño
afirma que no ha tenido problemas de óxido o corrosión en el chasis.
En cuanto al habitáculo, tiene la norma de
no comer o fumar en su interior, además de pegarle una limpieza completa cada poco tiempo. No se especifica, pero nos imaginamos que ya habrá tenido que retapizar los asientos de cuero más de una vez. Los neumáticos que siempre ha usado son Bridgestone Potenza, en su opinión son lo que tienen una mayor durabilidad y ofrecen unas prestaciones correctas para el uso al que los somete en su Estado natal de Nueva York.
Resulta lógico que haya tenido averías en sus 44 años de vida, pero este Volvo ha aguantado lo indecible. Por ejemplo, la piñonería de la caja de cambios y el sincronizador de la tercera marcha hubieron de ser reemplazados tras una rotura. También se ha debido de resellar la unidad.
El motor fue reconstruido dos veces, una a los 1.100.000 km y la última a los 3.250.000 km. Los componentes internos no tienen una resistencia infinita a la fricción, estas operaciones aseguran su correcto funcionamiento.
Para Volvo, tener un cliente así supone un orgullo incomensurable. Cuando superó el millón de millas en 1987 la marca le regaló un 780 Bertone Coupé, cuando superó los dos millones de millas un C70 Coupé, a principios de la pasada década. Si consigue
batir los tres millones de millas, superando al Mercedes 200D griego – aunque empleó tres motores – Volvo le regalará otro C70, el equivalente actual al P1800S. Aún así, Irv Gordon dice que jamás se desprenderá de su coche, sólo cuando la muerte los separe.
Hoy día, retirado y divorciado, Gordon sigue haciendo muchísimos kilómetros a su coche, aunque ha bajado el ritmo de 1.000 millas diarias que solía soportar en los años 80. Los médicos le han recomendado un poco más de relax, pero sigue acudiendo a todas las reuniones posibles del Volvo Club of America. Lo que Gordon tiene es
verdadero amor por su coche, afirmando que ha sido siempre más fiel que su ex-mujer: “si nunca me ha fallado, ¿por qué voy a desprenderme de un vehículo que me ha dado tantas satisfacciones?”.
Bromea con que probablemente morirá en su coche, y que quiere que le disequen en sus asientos. La realidad es que su objetivo son los tres millones de millas, aproximadamente cinco millones de kilómetros. “Cumplo 72 años el 15 de julio de 2012. Sería un buen momento para aparcar el coche definitivamente y pasar a llevar otro tipo de vida”. Con un conocimiento extenso a más no poder de la red viaria estadounidense, suele discutir con veteranos camioneros el mejor lugar para un café o unas tostadas.
Las autopistas las tiene ya demasiado vistas, por lo que ahora busca rutas alternativas, pequeñas carreteras con encanto. Le gustaría venir a Europa, o recorrer Hawai o Australia a los mandos de su fiel Volvo. Verdaderamente, una historia de amor con el automóvil, de verdadera pasión y que merece un gran respeto por parte de cualquier aficionado. “Tras los tres millones de millas es posible que done el coche, o lo venda por no menos de un dólar la milla. O puede que siga conduciendo”.
Sus contradicciones no importan, pero estoy seguro que
seguirá siendo feliz al volante de su P1800S. ¿Volvo 4 Life? No hace falta que lo jures.
Vía: Jim’s Garage | Autoblog