Con la llegada del verano, llega la obsesión por ponerse a dieta y realizar sacrificios en la alimentación, lo que "puede convertirse en la puerta de entrada en los trastornos de la conducta alimentaria", explica el profesor Luis Rojo, catedrático de Psiquiatría de la Universitat de Valencia y jefe de sección de Psiquiatría Infanto-Juvenil y de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Hospital Universitario La Fe de Valencia.
El estereotipo de belleza de nuestra cultura, significativamente delgado, es un gran facilitador para desarrollar un trastorno alimentario
Rojo alerta que en muchas ocasiones tratar de eliminar unos kilos en verano puede convertirse en un factor de riesgo para padecer anorexia, una enfermedad que se ha convertido en la tercera enfermedad crónica más frecuente entre los adolescentes; y como un síntoma inicial de la anorexia. "Se sabe que cuanto más intensa es la dieta que se realiza, mayor es el riesgo de que se produzca uno de estos trastornos", añade.
Asimismo, recuerda que "el estereotipo de belleza de nuestra cultura, significativamente delgado, es un gran facilitador para que se pongan en marcha comportamientos que suponen un riesgo claro de desarrollar un trastorno alimentario". Actualmente, la anorexia nerviosa en jóvenes de 10 a 19 años está en torno a 35 casos por 100.000 habitantes al año, y de bulimia nerviosa en unos 36 de cada 100.000 al año en jóvenes de 10 a 19 años.
Respectos a los factores que influyen, Rojo explica que son tanto biológicos como psicológicos, familiares y socioculturales. "La genética influye, los factores psicológicos personales son también muy importantes, pues son los que hacen que en un individuo determinado los cambios corporales, la delgadez, se constituyan en un recurso para ganar sensación de seguridad, sensación de valor personal, y el recurso casi exclusivo, para sentirse bien".
Estos pacientes suelen ser jóvenes muy perfeccionistas con baja consideración personal
Por eso, estos pacientes suelen ser jóvenes perfeccionistas, autoexigentes, con baja consideración personal y, en ocasiones, influenciados por las experiencias personales o los modelos aprendidos en el ámbito familiar y social.
"Los factores familiares, las rigideces, la excesiva valoración de todo lo concerniente a la imagen y al cuerpo, son un factor más que ayuda a que estos trastornos se manifiesten, pero en ningún caso se debe hacer gravitar todo el peso de la causalidad de una patología tan compleja en el comportamiento de la familia", explica.
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