Nadal busca hoy su segundo título en el torneo londinense, donde podría convertirse en el primer español en repetir triunfo.
Rafa Nadal ambiciona lograr hoy lo ´inimaginable´, cuando dispute su cuarta final de Wimbledon ante el checo Tomas Berdych, un hombre que accede a la última ronda de un Grand Slam por primera vez en su carrera y que sigue los pasos de su compatriota Ivan Lendl. Para el ganador de Roland Garros y el mejor posicionado en el ránking mundial, dar un paso más en la historia del tenis se ha convertido, casi, en costumbre. Sería el primer español en repetir título en Wimbledon.
Lo que no creía posible, lo ´inimaginable´, según él mismo expresó, es ya una realidad para el segundo favorito, quien apenas hace unos años tan sólo ambicionaba adaptarse a la engañosa superficie verde, para ponerse luego como meta «jugar bien en hierba». Con cuatro finales en estas instalaciones y un trofeo de campeón en su palmarés (en el 2008, cuando venció a Federer en un trepidante duelo de casi 5 horas), Nadal se adentra ya en su cuarta final encadenada en este elitista club, donde una lesión de rodillas le obligó el año pasado a seguir desde el sofá de su casa el pulso librado entre el helvético y Andy Roddick.
Es, precisamente, el estado de esas delicadas rodillas lo único que podría inquietar al campeón de Roland Garros, que notó dolor en momentos puntuales de esta edición pero que asegura, ahora, que no tiene «problemas». «No me puedo quejar de nada. Esto sí que me preocupaba. Confiemos en que para mañana se mantengan igual de bien»", expresó el manacorense ayer tras entrenarse en la pista 17 del All England Club, donde le devolvió los golpes el júnior estadounidense Michel Krueger.
Con 40 títulos a sus espaldas, 4 conseguidos esta temporada, el balear supo salir de una época complicada, donde las lesiones se convirtieron en su gran enemigo, para arrancar esta campaña en condiciones óptimas, con un soberbio nivel en la cancha y una notable disposición mental. La combinación de experiencia, habilidad, y los trofeos acumulados en los últimos meses han dado al tenista una «tranquilidad extra». «Si se gana, para mí será algo impresionante, es mucho más que un sueño volver a ganar aquí, en Londres, en Wimbledon, pero si se pierde, creo que he hecho todo lo que tenía que hacer para estar donde estoy y estoy orgulloso de todo», dijo Nadal.
Sobre todo porque como recordaba el pentacampeón de Roland Garros, Wimbledon es un Grand Slam «muy complicado», al que los competidores acceden con poca preparación en hierba: «Quizás es el torneo del año a donde, quizás, menos sabes cómo llegas». Salir hoy a la ´Catedral´ en un duelo en el que por primera vez en siete años no figurará un Federer que dijo adiós en cuartos de final supone la consumación de un sueño: «Es algo increíble, inimaginable, en mi vida podría haberme imaginado estar cuatro veces aquí, en el último día de Wimbledon», admitió.
Pero nada llega por casualidad. El balear ha sabido derribar convenientemente cada obstáculo planteado en el cuadro masculino. Fue despidiendo al japonés Kei Nishikori, a Robin Haase —frente al que disputó el primer encuentro resuelto en 5 sets desde la final del Abierto de Australia en el 2009—, a Philipp Petzschner, a Paul-Henri Mathieu, a Robin Soderling y a Andy Murray.
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