Lo malo de ir al cine es...
miércoles, 11 de agosto de 2010
Vivimos en tiempos cuando no es necesario ir al cine para ver una película. Cada vez el periodo entre el estreno y el lanzamiento del DVD se hace más estrecho. A veces las cintas debutan simultáneamente en el cine y en servicios como Pay Per View o Video On Demand, lo que nos ofrece otra opción. Lamentablemente, también existe la piratería –que sigue en ascenso y no hay quien la detenga, por más que Hollywood lo intente- ya sea por medio de quienes las venden descaradamente para lucrarse del trabajo de otros o simplemente bajándolas de la Internet.
A mí todavía me encanta ir al cine. Considero que es ahí donde debemos ir a experimentar las películas por primera vez, sobre todo cuando están hechas para aprovechar a plenitud el espacio de la pantalla grande y las ventajas del formato fílmico. Considero ese espacio –y lo he descrito así anteriormente- un templo cinematográfico, pero sé que no todos son tan devotos como yo y no respetan las reglas básicas de cortesía que se deben seguir en ese lugar. Comportamientos indebidos –como los que presenta el siguiente vídeo- que llevan a muchas personas a preferir esperar porque salga el DVD para ver la película en la tranquilidad de sus hogares.
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Todos los que disfrutamos de ir al cine tenemos cosas en específico que nos sacan de quicio. Yo tengo tres que seguramente son compartidas por muchos:
1. Las personas que le hablan a la pantalla, cuestionándole acciones a los personajes o exclamando sus teorías a viva voz como si al resto del público nos importase su narración. Ejemplo: “¡No, no! ¡No te metas ahí! ¿Pero por qué hizo eso? Es que es bruta. ¡Por ahí no es! Viste, te lo dije. Ay bendito, la mataron. Es que no piensa. ¡Jajajaja! ¡Qué bruta! ¿verdad?”
2. Las personas que contestan el celular una vez comienza la película y, en lugar de cancelar la llamada o rápidamente decir “estoy en el cine, te llamo horita”, se ponen a tener una conversación telefónica en medio de la sala. Peor aún, hay quienes le CUENTAN la trama a la persona con la que están conversando.
3. Las personas que llegan y se te sientan justamente frente a ti cuando 145 de las 150 butacas están vacías. En una sala con butacas tipo estadio, esto no es un problema, pero cuando se trata de una en la que los asientos están a nivel del piso, no hay necesidad.
Hay otras, pero esas tres son las más que me molestan. Pensarán que porque tengo la suerte de a veces ver los filmes en funciones especiales para la prensa, a las que sólo asisten unas diez personas, consigo evitar esos problemas, pero no es así, en especial el punto #2. Afortunadamente, en los últimos años mis niveles de paciencia han ido en aumento, algo que sin duda alguna es requisito para ser padre.