Cuatro israelíes han muerto este martes en un ataque con armas automáticas en una carretera a la entrada de Kiryat Arba, cerca de la ciudad cisjordana de Hebrón, en lo que aparenta ser un intento de milicianos palestinos de sabotear el relanzamiento de las negociaciones de paz en Washington. El atentado ha sido reivindicado por las Brigadas de los Mártires de Al Aksa, milicia vinculada con el partido del moderado presidente Mahmud Abás, y por las Brigadas de Azedín Al-Qasam, del movimiento islamista Hamás.
El ataque tuvo lugar en la carretera 60, que cruza Cisjordania de sur a norte
El ataque tuvo lugar en la carretera 60, que cruza Cisjordania de sur a norte, a la altura del asentamiento judío de Kiriat Arba, según ha informado el Maguen David Adom, equivalente a Cruz Roja en Israel. Las víctimas, dos hombres de 25 y 40 años y dos mujeres de la misma edad, aparentemente de una misma familia, fueron tiroteadas a eso de las 19.30 hora local (18.30 h en la península española) cuando iban con su coche hacia el asentamiento, según las primeras informaciones. "Puedo confirmar que hay cuatro muertos", se limitó a decir el portavoz de la policía Miki Rosenfeld. El Ejército israelí ha impuesto el toque de queda en toda la región mientras soldados y policías buscan a los autores del ataque.
La Brigadas de Al Aksa están formadas en su gran mayoría por milicianos que ideológicamente se identifican con el partido Al-Fatah de Abás. "Este ataque es una respuesta a las continuas agresiones de Israel a nuestros lugares sagrados, a sus continuas incursiones en nuestras ciudades y a la coordinación de seguridad entre Israel y la ANP", ha dicho a la radio La Voz de Palestina un miliciano que se identificó como Abu Mahmud.
El ataque ha sido también reivindicado por las Brigadas de Azedín Al-Qasam, a través de un mensaje SMS enviado a los periodistas en Gaza y en un panfleto enviado por vía electrónica, donde considera el atentado como "una respuesta natural a los crímenes de la ocupación y sus colonos".
Será la primera ocasión en que dirigentes israelíes y palestinos se reúnan cara a cara para negociar desde diciembre de 2008
Precisamente este martes, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, se han trasladado a la capital estadounidense para iniciar un nuevo proceso de paz tras veinte meses de parón en la negociación directa. Tras varias intentonas e iniciativas de pacificación fallidas en cerca de dos décadas, ambas partes acuden una vez más a EE UU para intentar sentar las bases de una paz duradera que pase por la creación de un Estado palestino y el fin del histórico conflicto de Oriente Medio.
Rechazo al ataque
El primer ministro de la Autoridad Nacional Palstina (ANP), Salam Fayad, condenó el ataque y afirmó que perjudica a los intereses palestinos.
No dejaremos que este atentado nos desvíe de las negociaciones y del objetivo principal
Por su parte, Israel no permitirá que el atentado enturbie las negociaciones de paz. "No dejaremos que este atentado nos desvíe de las negociaciones y del objetivo principal", dijo el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores Yigal Palmor.
Bajo los auspicios del presidente de EE UU, Barack Obama, Netanyahu y Abás tienen previsto dar el pistoletazo de salida a este nuevo proceso el próximo jueves, en la que será la primera ocasión en que dirigentes israelíes y palestinos se reúnan cara a cara para negociar desde diciembre de 2008, cuando Israel lanzó su más dura ofensiva en Gaza. La partida de ambos líderes ha sido precedida por múltiples declaraciones públicas de uno y otro signo, en las que lanzaron sus expectativas y líneas rojas de cara a la reanudación del diálogo.
Un debate difícil
Así, el jefe del Gobierno israelí ha dejado claro los tres objetivos principales que se marca: el reconocimiento de Israel como estado nacional del pueblo judío, el fin definitivo del conflicto y por tanto de todas las reclamaciones a Israel, y el establecimiento de medidas que garanticen la seguridad del Estado. Sin embargo, ha dejado en el aire la cuestión sobre si prorrogará la paralización parcial de la construcción en los asentamientos judíos en Cisjordania, moratoria que expira el 26 de septiembre.
Uno de sus principales temores es que norteamericanos y palestinos le presionen para que se comprometa a cesar la expansión de las colonias en el territorio ocupado, exigencia que los palestinos creen indispensable para continuar el proceso de paz y, a buen seguro, el primer escollo con el que se topará.
Por su parte, Abás ha reiterado que no tolerará que se reanude la construcción en las colonias, aunque se ignora si estará dispuesto a aceptar un acuerdo tácito por el que Israel no anuncie la paralización pero que en la práctica no autorice más edificaciones. Los palestinos acuden a la cumbre con su habitual fórmula, respaldada por los países árabes y la comunidad internacional: un acuerdo que pase por el establecimiento de un Estado soberano sobre las fronteras de 1967, con Jerusalén Este como capital, que viva en paz junto a Israel, y una solución justa y basada en el derecho internacional sobre la cuestión de los refugiados.
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