Todos sabemos que los alimentos que se sirven en los aviones, por más sofisticada que sea la línea aérea, son notoriamente insípidos.
Y las compañías que preparan y distribuyen estos alimentos intentan superar el problema sazonando en exceso sus platillos.
Ahora, por primera vez, científicos en el Reino Unido descubrieron la causa de este fenómeno.
El nivel de ruido de fondo en los aviones afecta tanto la intensidad del sabor de los alimentos como la percepción de su textura, explican en la revista Food Quality and Preference (Calidad y Preferencia Alimentaria).
Los investigadores de la Universidad de Manchester, Inglaterra y los laboratorios de la empresa Unilever, estudiaron a varios comensales con los ojos vendados para analizar la dulzura, lo salado y lo crujiente -además del sabor general- de varios alimentos.
Al mismo tiempo los comensales debían escuchar en el fondo el llamado ruido blanco (una señal de sonido que contiene todas las frecuencias y todas son de la misma potencia).
Más ruido, menos dulce
Los científicos descubrieron que entre más alto el ruido menor lo dulce y lo salado del alimento, pero mayor su textura crujiente.
"Hay una opinión generalizada de que la comida de los aviones no es fantástica" explicó a la BBC el doctor Andy Woods, quien dirigió el estudio.
"Estoy seguro de que las líneas áreas se han esforzado por mejorarla, pero siempre me he preguntado si existen otras razones por las que esos alimentos no son tan buenos".
"Una teoría era que quizás el ruido de fondo tiene un impacto en este fenómeno".
El investigador agrega que "la NASA ofrece a sus exploradores espaciales alimentos muy condimentados, porque por alguna razón los astronautas no pueden saborear los alimentos en el espacio. Y nuevamente pienso que eso se debe al ruido de fondo".
"Como no se han llevado a cabo estudios sobre esto decidimos investigar si esta teoría era correcta", señala el científico.
De buen gusto
En el estudio, que fue comparativamente pequeño, se pidió a 48 participantes que probaran alimentos dulces como galletas y salados como papas fritas, mientras que al mismo tiempo debían escuchar con audífonos un silencio total o un ruido de fondo.
Los investigadores mientras tanto calificaron la intensidad y el gusto de cada uno de los sabores que probaban.
Cuando los participantes escuchaban ruido de fondo, los alimentos fueron calificados como menos salados o dulces que cuando se les probó al escuchar el silencio.
Pero se les clasificó como más crujientes.
"La evidencia apunta que este efecto se debe a dónde centramos nuestra atención" dice el doctor Woods.
"Si el ruido de fondo es fuerte esto llamará nuestra atención y atenderemos menos a los alimentos".
Los investigadores también descubrieron que al parecer la satisfacción general con los alimentos está vinculada a qué tanto agrada a los comensales lo que están escuchando.
Los investigadores planean explorar este vínculo en futuras investigaciones.