Wikileaks está contra las cuerdas y sus problemas se acumulan. Por un lado, el sitio web permaneció fuera de servicio casi todo este miércoles y, aunque buscó refugio en los servidores de Amazon, vio cómo fue expulsado poco después. Por otro lado, su fundador, Julian Assange, sigue en paradero desconocido y perseguido por la Interpol. Mientras tanto, la Casa Blanca ha anunciado la creación de una comisión para evitar nuevas filtraciones.
Wikileaks es objeto de ataques sistemáticos desde que el domingo
La página de Wikileaks es objeto de ataques sistemáticos desde que el domingo comenzó la filtración de telegramas diplomáticos que han dejado al desnudo la política exterior estadounidense. La web buscó refugio en los servidores de Amazon tras los ataques contra su habitual servidor en Suecia, Bahnof, pero Amazon retiró poco después sus servicios por motivos todavía desconocidos. Al parecer, ha podido funcionar la presión del gobierno de EE UU.
El acceso a la página se reanudó después de que Wikileaks regresase a su proveedor sueco en medio de un visible descontento por el episodio de este miércoles. "Si Amazon está tan incómoda con la Primera Enmienda (de la Constitución de EE UU que defiende la libertad de prensa, expresión y religión, así como el derecho de reunión) deberían de salirse del negocio de venta de libros", afirmó Wikileaks a través de Twitter.
"Se cumple la ley"
Desde Londres y en medio de la creciente presión de las autoridades suecas para que Assange rinda cuentas ante la justicia de ese país por supuestos delitos sexuales, el portavoz de Wikileaks Kristin Hrafnsson negaba que la filtración haya violado ley alguna. "Estamos haciendo esto por el bien del público (...) No creo que hayamos violado ley alguna", dijo Hrafnsson en declaraciones a medios en Londres, a lo que añadió que la transparencia es la base de cualquier democracia saludable. "Un mundo sin secretos es un mundo mejor", afirmó el ex periodista de la televisión de Islandia.
Estamos haciendo esto por el bien del público
En Washington, mientras tanto, continúan los esfuerzos para evitar que una filtración tan embarazosa como ésta se repita. Así, la Casa Blanca anunció la creación de una comisión que investigará y pondrá en marcha reformas en la distribución de información clasificada. El asesor de Seguridad Nacional Tom Donilon puso al frente de la comisión al especialista en lucha anti-terrorista Russell Travers, quien sugerirá cambios necesarios para impedir sucesos similares.
El anuncio se suma al realizado este martes por el Departamento de Estado que ha aumentado las restricciones de acceso a la base de datos de cables diplomáticos a través de uno de los sistemas clasificados del Gobierno. El portavoz del Departamento de Estado, P.J. Crowley, volvió a referirse al episodio, al mencionar que EE UU está dispuesto a ayudar a disidentes y activistas, cuyas vidas puedan verse amenazadas por las revelaciones de los telegramas.
Crowley reconoció, de todos modos, no tener constancia de que nadie haya solicitado ayuda. "Tomaremos medidas para ayudar a proteger a personas si pensamos que están en peligro", lo que podría ser la reubicación temporal de esas fuentes, explicó el portavoz durante su rueda de prensa diaria.
Reacciones exteriores
Los comentarios y reacciones de Washington al conocido en EE UU como 'cablegate' se sumaban a los que siguen arreciando desde distintos rincones del planeta. En la capital paquistaní, por ejemplo, el primer ministro Yousuf Raza Gilani organizó un encuentro con el embajador estadounidense después de que algunos cables diplomáticos revelasen que Washington está preocupado con la posibilidad de que parte del material radiactivo usado en el arsenal nuclear del país puede ir a parar a manos de islamistas radicales.
Mientras, en Moscú, el primer ministro Vladimir Putin, pidió a Washington que no se involucre en sus asuntos internos después de que algunas correos diplomáticos alertasen de que la democracia rusa está en regresión. Igualmente molesto se mostró el primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan, que desmintió tener cuentas bancarias secretas en Suiza, como afirma una de las notas diplomáticas estadounidenses.
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