El beso es el único de todos los actos en los que se utilizan los cinco sentidos al mismo tiempo: Lo cenestésico, lo auditivo – porque el sonido del beso tiene un erotismo en sí mismo-, lo gustativo, lo olfativo y lo visual, porque besar con los ojos abiertos o cerrados lleva a dimensiones totalmente distintas.
Lo dice el psicólogo norteamericano David Coleman, autor del libro Inteligencia emocional , que ha estudiado el comportamiento humano respecto al beso.
El beso con los ojos cerrados, señala, lleva a una dimensión interna de sensaciones que para muchos hombres es difícil controlar, por eso hay muchos hombres que besan con los ojos abiertos.
La neurocientífica Wendy Hill afirma que las sustancias químicas que contiene la saliva ayudan a evaluar a una posible pareja para decidir si es la más idónea. Además, añade, besarnos reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y aumenta los niveles de oxitocina, siempre y cuando besemos a la persona adecuada.
Helen Fisher, profesora de Antropología en la Universidad Rutger y experta en biología del amor, asegura que besar es un poderoso mecanismo de adaptación, presente en más del 90% de las sociedades humanas. Sin olvidar "los chimpancés y los bonobos se besan, los zorros se lamen sus hocicos entre sí, las aves se picotean y los elefantes ponen sus trompas en las bocas de los otros miembros de sus manadas".
En los humanos, el beso es una cuestión química, según Fisher. "La saliva masculina tiene testosterona y los hombres prefieren los besos húmeros porque inconscientemente intentan transferir testosterona para provocar el apetito sexual en las mujeres". Además, este tipo de besos podría ayudarles a "medir los niveles de estrógenos femeninos de su pareja, para hacerse una idea de su grado de fertilidad".
En cuanto a las mujeres, el beso les sirve para detectar el estado del sistema inmune de su posible pareja y saber "cuánto se cuida".