Si usted es rico, no fuma, come verduras, ve la televisión tres horas al día y pasa otro cuarto de hora en la cinta de correr... Nos complace decirle que tiene un 98,2% de chance de no morir antes de cumplir 86 años de edad.
Aunque la escena no muy realista todavía, estudios como el anteriormente mencionado y otro que también salió a la luz esta semana -que vincula ver la televisión con morir de forma prematura- muestran cómo los científicos están poco a poco asociando hábitos con índices de mortalidad para calcular lo que nos depara el futuro.
Las noticias llegan a cuentagotas pero, ¿qué tal si pudiéramos juntar todas estas investigaciones? ¿Será posible personalizar estos cálculos, producir un estudio que diga cuándo va a morir cada uno?
Algo así ya existe en el sitio en internet "Entendiendo la incertidumbre", en donde introduciendo unos pocos hábitos -como cuánto fuma, bebe, la dieta que lleva- se puede ver cómo eso afecta las posibilidades de vivir hasta ciertas edades.
Mientras menos clicks haga en los comportamientos saludables, la "curva de la supervivencia" se tornará más empinada y la caída al fondo del gráfico más volverá más cercana.
¿Cómo lo hacen?
La base del cálculo es la probabilidad de morir el próximo año en función de la edad, a partir de lo que ha ocurrido antes con una población similar.
Paso seguido, multiplican la media por el riesgo extra que añade el alcohol, hacer poco ejercicio y demás.
En función de la dimensión de ese riesgo añadido, se personaliza la curva de la supervivencia.
El margen entre tener hábitos saludables o no es de unos 14 años.
Por supuesto, hay salvedades. Primero, hay muchos promedios y ningún promedio es personalizado. Uno puede no ver televisión, ser activo y tener un ataque al corazón a los 40 años.
Estamos tomando en cuenta sólo los hábitos de vida. No hemos mencionado factores biológicos como la susceptibilidad genética a una enfermedad y el hecho de que puedan existir otras cosas aún no detectadas o desconocidas.
Todo depende de la capacidad de las personas de recordar razonablemente qué han hecho con su tiempo.
Y es que en lugar de vincular el ver la televisión con una vida más corta, habría que hablar del sedentarismo en general. Aunque los investigadores dicen que toman en cuenta el ejercicio.
Y cuando nos dicen que 15 minutos de gimnasia diaria pueden alargar la vida, realmente no nos dicen que lo cualitativo cuenta tanto como lo cuantitativo.
Finalmente, todo lo que se dice sobre disminuir el riesgo de morir -que tanto ruido hace en los medios- no tiene la capacidad de reducir el riesgo por debajo de uno, al menos de momento.
Pronto alguien va a encontrar la forma de ponerlo todo junto -la dieta, la televisión y todo lo demás, combinado con factores como el peso y la altura- de una manera accesible para que un sujeto pueda personalizarlo y vea qué le espera en el futuro.
La pregunta es si alguien de verdad querrá saberlo.