A veces no queda otro remedio, pero llorar es bueno. O de otro modo, reprimir el llanto no favorece la salud. Aunque llorar sea una respuesta del cuerpo revestida de lo emocional, en realidad la respuesta a por qué lloramos es biológica.
Después de llorar queda una sensación de bienestar
Con el lloro se limpia el lagrimal, se consigue una adecuada hidratación del ojo y se liberan hormonas del bienestar. Como explica Consumer, el estrés conduce a una sobrecarga de estas últimas y, al llorar, se eliminan provocando los mismos efectos que los analgésicos opiáceos.
Raquel Molero, psicóloga de adultos de ISEP Clínic Barcelona, explica que estas sustancias operan en multitud de procesos, como la oxitocina, "que libera la madre cuando está cerca del hijo y le aporta sensación de calma. Del mismo modo, después de haber llorado mucho, queda una sensación de bienestar por la liberación de estas sustancias", agrega. Así pues, llorar es beneficioso.
Un calmante natural
El detonante del llanto son alteraciones del ánimo de intensidad elevada, sobre todo negativas, como pensamientos dañinos, malas noticias, tristeza o rabia, aunque también las emociones positivas, como una alegría muy intensa, informan Molero y Marc Planella, psiquiatra adjunto de la Unidad de Agudos del Parc Sanitari Sant Joan de Déu, de Sant Boi (Barcelona). Otra causa del lloro es la empatía.
Ante todos esos disparadores, los expertos no dudan: el principal beneficio de llorar es su efecto como calmante natural. Permite reducir la intensidad de las emociones fuertes y trabajar con ellas para solucionar problemas.
A medida que las lágrimas resbalan por las mejillas, "disminuye el nivel de angustia", dice Planella. "Poco a poco la persona se relaja, se calma, se reduce la carga emocional y aumenta la lucidez para trabajar desde una parte más racional. El afectado consigue que esas emociones intensas se hagan más pequeñas y manejables", explica Molero.
Enseñar al niño a llorar
Por el contrario, reprimir el llanto no favorece la salud. Sin embargo, socialmente tiene una connotación de debilidad y muchas personas, en su mayoría hombres, tienden a cohibirse. Según detalla Molero, se reprime porque, a través de la educación, se insta a los niños y a los hombres a no llorar.
Si se reprime esa emoción se manifestará de forma más incontrolable
Por este motivo, es crucial que desde la infancia se eduque a los niños para que expresen sus sentimientos y comuniquen sus emociones. Según Molero, "ocurre como con una olla a presión, si una persona las reprime al límite y no se permite derramar lágrimas cuando lo necesita, cuanta más presión tenga, esa emoción se manifestará de forma más incontrolable".
Otras consecuencias de aguantar el llanto es que se contiene más rabia y agresividad y muchos trastornos de ansiedad se somatizan cuando se bloquean todas las emociones, entre otras, con manifestaciones en la piel.
Un exceso de llanto puede ser señal de trastorno
Planella aclara que "llorar tampoco es preventivo" de depresión o de trastornos de ansiedad. No evita tener una patología mental -que depende de determinados factores de la personalidad de cada uno-, pero puede paliar los síntomas de esas enfermedades en un momento concreto.
Llorar tampoco es preventivo de depresión o ansiedad
El lloro sano, según destaca este psiquiatra, es proporcional al motivo que lo desencadena. No es normal si se asocia a síntomas como no dormir, sufrir angustia, dejar de comer, perder peso, sentirse sin ánimo de hacer nada, estar muy tristes, no moverse de la cama, tener ganas de morirse o ideas suicidas. En estos casos, podría ser una señal de trastorno mental.
Marc Planella advierte de que la sociedad ha cambiado y, en ocasiones, "se medicaliza" el tratamiento de sentimientos, como la tristeza, que son naturales y que el ser humano debe sobrellevar.
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