El comportamiento de los sapos en plena temporada del apareamiento podrían permitir "prever lo imprevisible", es decir, un sismo, según un estudio publicado este miércoles por los investigadores de una universidad británica.
Un "brutal cambio de comportamiento" de los sapos machos comunes ('Bufo bufo') fue visible "cinco días antes del sismo" ocurrido en la ciudad italiana de L'Aquila, el 6 de abril de 2009, según un equipo de investigadores que observaba a los anfibios en sus sitios de reproducción.
Los resultados obtenidos sugieren que "los sapos comunes B. bufo son capaces de predecir los acontecimientos sísmicos importantes y de adaptar su comportamiento en consecuencia", según la bióloga Rachel Grant (Open University, Milton Keynes, Gran Bretaña).
Con su colega Tim Halliday (Oxford), Grant observaba los sapos desde hacía una decena de días, a 74 km de L'Aquila, cuando se produjo el sismo de una magnitud de 6,3 y que dejó 299 muertos.
Cinco días antes del terremoto, el número de sapos machos en ese sitio de reproducción se redujo drásticamente en un 96%, una conducta "extremadamente inusual" para los sapos, según un estudio publicado en el Journal of Zoology.
"Una vez que los sapos aparecen para reproducirse, por lo general se quedan activos en gran número en el lugar de reproducción hasta que termina el periodo de apareamiento", recordaron Grant y su colega de Oxford.
Además, en los tres días anteriores al sismo, el número de apareamientos se redujo a cero, indicaron.
Tras abandonar el sitio al acercarse el sismo, los machos volvieron tímidamente durante la luna llena, pero eran mucho menos numerosos que en años anteriores: sólo 34, contra de 67 a 175 sapos contados en el pasado.
Hasta el 15 de abril, o sea diez días después del terremoto y dos días después de que la última réplica importante, el número de sapos se mantuvo más baja de lo habitual.
Los investigadores confiesan que no saben "que la señal del medio ambiente" fue percibida por los sapos "tanto tiempo antes del terremoto", pero observaron que la disminución de la actividad de los sapos coincidió con "perturbaciones presísmicas en la ionosfera", la capa superior de la atmósfera donde los gases se ionizan (electrizan).
Esas alteraciones, detectadas en las frecuencias bajas de radio podrían estar relacionadas con escapes de radón, gas radiactivo que surge del subsuelo terrestre, o con las ondas gravitacionales.
Otros animales, elefantes, peces, serpientes o lobos han sido estudiados en el pasado en búsqueda de señales precursoras de terremotos, sin que se haya conseguido sin embargo evidencias tan convincentes como con los sapos.