Pero el Ferrari de ayer parecía un «kit car», esa réplicas tuneras que solo sirven para aparentar frente a las discotecas. Pura fachada, nada más que chapa. El F10 de Turquía parecía la réplica del de Bahréin, aquel con el que Alonso arrasó en su primera carrera vestido de rojo. No hace falta irse tan lejos, porque en Mónaco -drama del asturiano y salida desde el pit lane aparte-, el monoplaza era una bala roja.
Istambul Park no es su pista más propicia, como no lo fue Barcelona, las dos de similar formato. Ni el «conducto F» hizo su trabajo y el asturiano pasó la carrera enganchado en un trenecito tras Kubica, Massa y Petrov. Quiso anular al ruso pero no pudo. Así que esperó a las últimas vueltas, cuando los neumáticos del Renault daban sus últimas bocanadas. Atacó un par de ocasiones y a la tercera le venció, solo cinco vueltas para la bandera a cuadros. Llegaron a tocarse y la frágil rueda de Petrov reventó. Decepción para el ruso, que iba de cabeza a por un puñado de puntos. Y un caramelo insípido para Alonso, que por lo menos se mantiene cuarto en el Mundial, y con más puntos que Vettel, una paradoja si se compara el Ferrari con el misil que maneja el alemán.
La de ayer fue la tarde los enfrentamientos domésticos. El de Red Bull terminó en tragedia. Cedieron el mando de la carrera a McLaren y entonces la guerra interna cambió de bando. Encabezaba Hamilton y ahorraba combustible para llegar cómodamente a meta cuando Button aprovechó un hueco. Llegó a ganarle la posición, a colocarse delante, pero a la salida de la curva el ex compañero de Alonso aprovechó para recuperar la trazada y la primera plaza.
Saltaron chispas pero ni se tocaron. Ellos sí se dejaron el hueco necesario para sobrevivir, no como los chicos de Red Bull.
http://www.lne.es/deportes/2010/05/31/deportes-estambul-chapa-pura-fachada/922782.html