Ni el guionista más enrevesado de Hollywood habría osado incluir algo así en sus películas. Un grupo de cinco soldados estadounidenses destinados en Kandahar (sur de Afganistán) formó un equipo secreto, una especie de escuadrón de la muerte (kill team) dedicado a matar por diversión y al azar a civiles de aquel país, según informa The Guardian.
Para más truculencia, algunos de ellos coleccionaban los dedos de las víctimas a modo de trofeos de guerra y llegaron a hacerse fotos con algunos de los cadáveres.
Es muy fácil lanzar una granada a alguien y matarlo
Por el momento hay cinco soldados acusados de tres asesinatos, y a otros siete se les acusa de encubridores. Este grupo estaría detrás también de la salvaje paliza que le propinaron a un recluta que se atrevió a denunciar que un grupo de soldados fumaba hachís robado a los civiles. Tras la paliza el recluta se decidió a contar a sus superiores lo que sabía sobre el 'kill team'.
Los cinco soldados acusados de asesinato, Andrew Holmes, Michael Wagnon, Jeremy Morlock, Adam Winfield y Calvin Gibbs deberán enfrentarse a un jurado militar a final de mes y, si se prueban los cargos, podrían ser condenados a muerte o a cadena perpetua.
Las investigaciones llevadas a cabo por el Ejército determinan que todo comenzó cuando el sargento Calvin Gibbs llegó a la base de Ramrod el pasado noviembre y empezó a presumir de las cosas que había logrado hacer en Irak, donde, según testigos, era "muy fácil lanzar una granada a alguien y matarlo".
Víctimas con nombres propios
Al parecer Gibbs, de 25 años, urdió un plan junto a Morlock, de 25, para formar el grupo criminal. Una vez formado salieron 'de caza'. Hay tres víctimas registradas con nombre y apellido que tuvieron la mala suerte de cruzarse con ellos. En enero, a una de ellas, Gul Mudin, le tiraron una granada y luego lo tirotearon. A Marach Agha, la segunda víctima, fallecida en febrero, lo dispararon y después le colocaron un Kalashnikov para justificar la matanza. En mayo atacaron con otra granada a Mullah Adadhdad.
Todos los soldados acusados de asesinato han negado los cargos y aunque uno de ellos, Morlock, reconoció en un principio su implicación en las muertes, ahora su abogado alega 'daños traumáticos cerebrales' y dependencia de las drogas, debido a la heridas de guerra sufridas, para invalidar su confesión.
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