El amor se siente en el estómago y golpea el corazón a ritmo de vertiginosos latidos, pero surge en el cerebro, donde estimula hasta doce áreas distintas
Hace tiempo que los neurólogos le siguen la pista al proceso del enamoramiento, un fenómeno complejo, en el que intervienen muchos factores (incluido el olfato) y que provoca complejas alteraciones cerebrales en áreas relacionadas con la percepción, algo que explicaría por qué esa persona "maravillosa" que "debería gustar a todo el mundo", quizá solo sea muy especial ante nuestros ojos ensimismados.
Gracias al avance de las técnicas de neuroimagen los científicos han podido determinar la base neurológica de una de las sensaciones más poderosas que experimenta el ser humano, paradójicamente la otra gran fuerza motora del individuo, el odio, estimula las mismas regiones cerebrales, pero mientras el amor inhibe el racionamiento, el odio lo hiperactiva.
Que nadie se asuste si oye que su hipotálamo, su corteza prefrontal, su amígdala o su núcleo accubens tienen mucho que ver con ese subidón emocional que siente desde que el bello/a fulanito/a se cruzó en sus vidas.
En las personas que llevan muchos años emparejadas el cerebro se estimula de forma distinta
Eso, unido a buen cóctel de oxitocina, adrenalina, dopamina y otras muchos neurotransmisores que intervienen en el proceso, hace que su estómago lleve días jugueteando por libre, que apenas tenga apetito, y que se sienta lleno de fuerza y vitalidad, a pesar de que apenas ha dormido y le cuesta pegar ojo.
"Hay gente que habla de que se le eriza el pelo o experimenta problemas con la termorregulación", explica el neurólogo Carlos Tejero, que ha estudiado cómo afecta el enamoramiento al cerebro.
Este neurólogo ha constatado cómo dependiendo de a quién veamos (un amigo, un conocido, un familiar o la persona amada) se estimulan áreas cerebrales distintas, que dejan claro que no es lo mismo el amor fraternal que el deseo sexual, o el apego.
"Continuamente estamos en contacto con estímulos, el cerebro filtra la mayor parte de ellos por lo que no llegan a nuestra conciencia. Si entramos en contacto con una persona que reconocemos y con la que tenemos un vínculo afectivo, rápidamente se activan las zonas de la afectividad, se pone en marcha la memoria, se estimulan múltiples áreas de la atención, lo que justifica que parezca que estamos embobados", explica.
En el laboratorio han experimentado cómo las personas que llevan muchos años emparejadas activan su cerebro de forma distinta a las personas que están todavía en una fase muy temprana de la relación. "Se acaban estimulando las mismas áreas, pero la vía que lleva hasta ellas, el recorrido, es distinto, porque durante la fase del enamoramiento todavía no está tan definido el vínculo afectivo con esa persona", dice Tejero.
El cerebro de ellos, y de ellas
También es diferente la forma en la que se estimula el cerebro del hombre y de la mujer. Mientras que los hombres enamorados tienen mayor actividad en la región asociada a los estímulos visuales, las mujeres enamoradas activan más la memoria. "Aquí también se llega al mismo destino, pero por rutas distintas, en realidad, no son patrones muy diferentes, pero que nos animan a prolongar la investigación", afirma el doctor.
En cualquier caso, los expertos advierten sobre el peligro de simplificar demasiado un proceso que, en realidad, es muy complejo, y depende de multitud de factores: culturales, anímicos, físicos, sicológicos... por eso todavía no se atreven a contestar a la pregunta de si existe el amor a primera vista porque son difíciles de experimentar en un laboratorio.
Sin embargo, está muy estudiado cómo las áreas cerebrales implicadas en el enamoramiento no se activan en las personas con determinadas patologías neurológicas, ciertas lesiones cerebrales, tumoraciones, ictus, algunos casos de autismo y en el síndrome de Asperger.
Lo que sí podría darse es que el amor ayudara a mejorar la sensación de dolor al ayudar a 'distraer' los estímulos o reorientar la atención, pero aquí entran en juego otra vez factores psicológicos y conductuales.
¿Efectos negativos? Parece que el enamoramiento no tiene ninguno, a no ser que consideremos el 'embobamiento general' que podría considerarse un efecto secundario, pero como dice el neurólogo, ojo, porque a veces esa misma tormenta de activaciones cerebrales también se da con los celos.