Tres goles de estrategia: Adrián, Lopo y Colotto. El Espanyol flojea de nuevo a domicilio. Primer triunfo del Deportivo. Los de Pochettino, posesión sin daño
Ya la novena jornada, el Deportivo resucitó para encontrarse con la primera victoria de la temporada y de paso salvar la cabeza de un Lotina que ayer se jugaba el puesto ante el Espanyol, uno de sus ex equipos. Fue además un triunfo de autor, que llevó el sello de la defensa de cinco y la firma de la estrategia, la manera en la que llegaron los tres goles del conjunto coruñés.
La apuesta de Pochettino se basaba en la posesión, aunque el técnico españolista dio un giro a su plan inicial que le costó los primeros 45 minutos del partido. Dejó a Álvaro en el banquillo para meter a Baena en el doble pivote con Duscher y adelantar a Verdú. Eso le dio el balón, pero también la tranquilidad a un Aranzubía que no se tuvo que emplear a fondo hasta el último minuto del partido. La jugada salió mal y rectificó en el descanso, pero ya era demasiado tarde.
El control del juego del Espanyol no encogió al Deportivo, al revés, lo afianzó en su trabajo defensivo. Y desde ahí atrás, desde la cueva y la estrategia, es desde donde nació la victoria. Colotto, Aythami y Lopo siempre ganaron la partida a Callejón y Luis García, el más peligroso de los visitantes. Dueños de su parcela, los tres centrales comenzaron a sembrar el pánico en la defensa perica en cada jugada de estrategia. Porque al agazapado Depor le costaba salir a la contra con claridad, pero no así crear peligro a balón parado.
Y de esa forma, de un córner, llegó el primer tanto deportivista. Saúl lo sacó, Colotto prolongó, Riki la dejó con el pecho y Adrián lo remachó. Todo en el corazón del área del Espanyol, sin que Cristian ni sus centrales pudieran hacer nada. El gol descargó la adrenalina de una grada de la que en estas nueve jornadas sólo han salido aplausos, gritos de apoyo, ánimo y ni un solo reproche.
El tanto afianzó al Deportivo, que en lugar de lanzarse de forma frenética en busca del gol de la tranquilidad, siguió fiel a sus principios de orden defensivo y estrategia. Incluso la idea le gustó al Espanyol, que llevó su mayor peligro en las jugadas a balón parado lanzadas por Luis García.
La entrada de Álvaro en el segundo tiempo encerró a los coruñeses en su área, pero el peligro no terminó de llegar. Fue un acoso sin amago de derribo, con un Depor buscando balones largos a la cabeza de un peleón Riki y a la inspiración de Adrián. Del asturiano nació la mejor jugada del partido. Tras un córner del Espanyol, el asturiano se hizo con el balón en la frontal de su área y comenzó una frenética galopada de costa a costa que terminó con un remate cruzado que marchó por milímetros. Los visitantes nunca bajaron los brazos, pero los múltiples toques de Verdú, Duscher, Dátolo y compañía chocaban una y otra vez con una defensa que va camino a ser mítica. La usó Arsenio con el Superdepor, luego Lotina hace tres años para salir del pozo (se ganó 3-1 al Valladolid en su estreno) y ayer el de Meñaka, cual Asterix, volvió a recurrir a la pócima mágica.
El abrazo de Lopo.
Pese a las sensaciones, el partido no se rompió hasta el 75'. Una falta lateral es controlada por Colotto en el área con el pecho de forma magistral, y su asistencia es remachada por Lopo en el 2-0. El central, hijo futbolístico de Lotina, se fue como un poseso a abrazar al técnico. La celebración acabó en piña y euforia, que se desbordó cuando Colotto remató otra jugada de estrategia con la pierna derecha con una calidad de un 'nueve'.
Una parte del corazón perico estará contento por Lotina, aunque otra estará preocupada por ver que el Espanyol, intocable en casa, vuelve a flojear fuera. Pochettino no se fue contento por la intensidad, y supongo que tampoco por perder ante el de Meñaka, al que había ganado en sus tres anteriores enfrentamientos. Pequeñas batallas para un Espanyol que sigue en Europa y que aglutina juventud y talento para soñar. Para el Depor la victoria es oro. No tanto por la clasificación, ya que sigue penúltimo, sino por el valor moral y la sensación de volver a ser un equipo que tiene un plan, y bueno.
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